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Periodista kosovar hizo un águila con sus manos y fue expulsado de la Eurocopa

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“No se puede negar que el fútbol es política”, escribió hace unos días, No El País, este hombre con un amplio currículum sobre el terreno de juego que actualmente preside la organización de la Eurocopa 2024 en Alemania. Phillip Lahm cree que “el fútbol también tiene su parte en la lucha de clases” –porque “los mejores jugadores suelen venir de países donde la determinación y la libertad tienen mucho peso”–, que una Euro “es mucho más que un simple negocio: es una cuestión de identificación” y que, como todo el mundo sabe que “un torneo no curará al mundo”, “el mundo será más feliz en las próximas semanas y tal vez algo de eso se quede con nosotros”.

Un baile puede ser la excusa perfecta para cimentar una cierta idea de Europa, de una pertenencia común a este continente tan diverso, pero también puede dejar más claro, en vivo para que todo el mundo lo vea, que 90 minutos no pueden resolver décadas o siglos de disputas. O, como sugiere Lahm, no es con una cerveza al final del partido que “la ira se va”.

Arlind Sadiku, periodista nacido hace 34 años en Pristina, capital de Kosovo, precisamente en el año en el que Slobodan Milosevic llegó a la presidencia de Serbia, cruzó las manos como si fueran alas de águila durante el partido Serbia – Inglaterra del pasado domingo. El águila es el símbolo de la bandera de Albania, la mayoría de los kosovares son de etnia albanesa, Sadiku es uno de ellos. Para los aficionados serbios, para Belgrado, que no reconoce la independencia de Kosovo, el gesto fue una provocación.


Después de que la federación serbia solicitara la intervención de la UEFA, ésta decidió revocar la acreditación de prensa que había concedido a Arlind Sadiku, “debido a su comportamiento incorrecto”, se lee en un comunicado de la organización del fútbol europeo. El martes, cuando se dirigía a la rueda de prensa de la selección albanesa, a Sadiku le negaron la entrada.

El periodista no niega haber hecho el gesto y no se arrepiente. “No ofendí ni provoqué a nadie. Estoy simplemente orgulloso del símbolo que nos representa”, escribió en su cuenta de Instagram, donde aparece junto a los aficionados albaneses que presenciaron el partido entre Albania y Croacia, este miércoles.

La tensión entre Serbia y Kosovo ya había entrado en escena en el mismo Serbia-Inglaterra cuando unos aficionados serbios fueron fotografiados con las banderas de su país que ‘anexionaban’ el territorio independiente o cuando un espectador fue acusado de lanzar cánticos racistas. Por las banderas, la federación serbia fue multada por la UEFA con 10.000 euros. Según los cánticos, se ha abierto una investigación que también podría dar lugar a sanciones.

“La gente no sabe cómo me sentía en ese momento porque tengo un trauma de guerra”, dijo Arlind Sadiku a Reuters, añadiendo que ha estado recibiendo amenazas de muerte en las redes sociales.

Desde que terminó la guerra de Kosovo en 1999, y tras la declaración unilateral de independencia de 2008, que la mayoría de los países reconocen, las relaciones entre Pristina y Belgrado nunca se han normalizado. De hecho, en los últimos dos años la tensión ha ido aumentando en una serie de episodios más o menos violentos.





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