Hubo 210 muertes accidentales por opioides en refugios entre enero de 2018 y mayo de 2022.
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Un nuevo estudio que examina datos de la oficina forense de Ontario y otras fuentes indica que las muertes relacionadas con opioides en los refugios de la provincia se triplicaron durante la pandemia de COVID-19, en comparación con unos años antes.
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El estudio realizado por investigadores de la Red de Investigación de Políticas de Drogas de Ontario en el Hospital St. Michael’s de Toronto y Public Health Ontario encontró que hubo 210 muertes accidentales por opioides en refugios entre enero de 2018 y mayo de 2022.
Encontró que 48 de esas muertes ocurrieron antes de que se desatara la pandemia de COVID-19 a mediados de marzo de 2020, y 162 se registraron después.
La Dra. Tara Gomes, autora principal del estudio e investigadora principal de la Red de Investigación de Políticas de Drogas de Ontario, dijo que Ontario en general experimentó un aumento en las muertes relacionadas con los opioides durante la pandemia, pero ese aumento fue más rápido en los refugios.
Muchas de esas muertes fueron provocadas por el suministro de drogas ilícitas, incluido el fentanilo y las benzodiazepinas, que son sedantes, dijo. Los investigadores encontraron que muchas muertes por sobredosis en refugios también estaban relacionadas con el uso de metanfetamina, que es un estimulante que algunas personas usan para contrarrestar los efectos sedantes de los opioides ilícitos.
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“En realidad, es una situación bastante peligrosa en la que el suministro ilícito se ha vuelto realmente impredecible, realmente sedante con las diferentes sustancias que contiene”, dijo Gomes en una entrevista telefónica.
“Así que la gente tiene que adaptar su uso y utilizar otras drogas, como estimulantes como las metanfetaminas, para contrarrestar esos efectos. Y eso puede aumentar el riesgo de daño para esta población”.
La mayoría de las muertes relacionadas con opioides dentro de los refugios ocurren cuando no hay nadie presente para intervenir, ya sea usando naloxona o llamando a los socorristas, dijo Gomes.
El estudio encontró que alguien estuvo presente y pudo intervenir en sólo una de cada siete muertes relacionadas con opioides dentro de los refugios en Ontario.
Gomes dijo que las políticas que siguen vigentes en algunos refugios hoy castigan a las personas si se descubre que están usando sustancias ilícitas. Eso significa que es más probable que las personas oculten su consumo de drogas y las consuman en las escaleras o en los baños, dijo.
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“Si consumen en esos espacios, a menudo no hay nadie allí que reconozca si necesitan ayuda y reanimación o naloxona”, dijo Gomes.
“Existe una preocupación real de que algunas de las políticas que han existido dentro de los refugios, y el temor que tienen las personas de ser expulsadas de un refugio si se detecta su consumo de sustancias, estén llevando a que las personas consuman drogas solas. Y eso aumenta el riesgo de muerte”.
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Gomes dijo que los recursos inadecuados dentro de los refugios para manejar el creciente número de sobredosis, así como los crecientes daños causados por el suministro de drogas ilícitas, han contribuido al aumento de las muertes relacionadas con los opioides dentro de los refugios.
“Cuando se ve un suministro realmente potente e impredecible en un entorno donde hay mucho uso de drogas solas, los daños pueden aumentar aún más rápidamente”, dijo.
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Las personas que consumen drogas a menudo tienen amigos u otras personas que los controlan, dijo Gomes, pero esas redes de apoyo se disolvieron durante la pandemia y las personas no pudieron acceder a los mismos servicios que tenían antes.
El estudio encontró que la mitad de los que murieron en refugios por sobredosis de opioides durante la pandemia tenían entre 24 y 44 años, y tres de cada cuatro eran hombres.
La unidad de Salud Pública de Toronto tuvo el mayor número de muertes relacionadas con opioides dentro de los refugios durante el período de pandemia estudiado, con 65 muertes, seguida de Salud Pública de Ottawa con 20 muertes y Salud Pública de Hamilton con 10 muertes.
Gomes dijo que el personal del refugio debe estar capacitado y tener recursos para poder identificar y apoyar a las personas que consumen drogas.
“No todo puede depender únicamente del personal (de los refugios) para identificar y responder”, dijo. “Pero también debemos pensar en cómo integrar los servicios de tratamiento y reducción de daños en estos entornos, donde sabemos que muchas personas corren el riesgo de sufrir estos daños, para ayudar a mantenerlas seguras”.
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