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El programa de saping de cabras no convenció a los pastores tradicionales, dice antropólogo

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El programa de las “cabras zapadoras”, propuesto en 2018 para prevenir los incendios forestales, no tuvo el apoyo y el éxito esperado porque veía a estos animales casi como “máquinas” capaces de gestionar el combustible vegetal, ignorando la complejidad de su papel en el sistema agrícola. pastoral. Esta es una de las conclusiones de una tesis doctoral del antropólogo Júlio Sá Rêgo, que recibió una distinción por su “impacto social” con ocasión de la Jornada de Puertas Abiertas Doctorales en el Instituto Universitario de Lisboa (Iscte).

“El animal no es una máquina. No es libre en la naturaleza. Pertenece a un sistema agropastoril, que es un sistema productivo y cultural. Este sistema permite prevenir incendios, pero las políticas deben formularse teniendo en cuenta este sistema. [e nos seus actores] – y no simplemente una solución técnica, de interacción entre el animal y el paisaje”, explica a PÚBLICO el antropólogo Júlio Sá Rêgo.

La propuesta de las “cabras zapadoras” consiste en utilizar la actividad pastoril como una herramienta más para prevenir incendios forestales. Al comer la vegetación acumulada, los animales no sólo reducen el combustible vegetal disponible, sino que también transforman y nutren el suelo. “La cuestión silvopastoril es fundamental, por eso vamos a realizar proyectos piloto este año de las llamadas ‘cabras zapadoras’”, declaró Miguel Freitas, entonces secretario de Estado de Bosques, en 2018, un año después del trágico Pedrógão. Incendio Grande, que causó 66 muertos y 253 heridos.


Además de las cabras, el enfoque incluye otros animales como ovejas y vacas.
Adriano Miranda

Valorar al pastor: el “guardián del paisaje”

Júlio Sá Rêgo explica que, a pesar del nombre de “cabras zapadoras”, este enfoque incluye otros animales como ovejas y vacas. La diversidad es deseable porque cada especies consume un tipo diferente de vegetación y, por tanto, existe una sana complementariedad.

“La idea de las ‘cabras zapadoras’ es científicamente válida, hasta el punto de que ya se utiliza en algunos países, como Francia, desde los años 1980. El animal reduce la cantidad de combustible, pisotea la tierra y crea resiliencia. la vegetación transportando semillas; en definitiva, participa en el proceso de diversificación ambiental”, afirma el autor de la tesis. De sol a sol: dos estudios de prevención de incendios en zonas rurales pastorales (2021), distinguido por el Iscte el 20 de junio.

Júlio Sá Rêgo afirma, sin embargo, que no se trata de colocar cabras hambrientas, cercadas en zonas de vegetación acumulada, con el objetivo de talar bosques y prevenir incendios. Es necesario tener en cuenta cuestiones económicas, culturales y territoriales que giran en torno a la presencia de esos animales en el territorio. También es fundamental, especialmente en tiempos de crisis climática, “revalorizar” el papel del pastor como “administrador del monte” y “guardián del paisaje”.


El programa “cabras zapadoras” tuvo como objetivo reducir el combustible vegetal acumulado y así prevenir incendios forestales
Adriano Miranda

“La cabra no necesariamente come nada si tenemos en cuenta la salud y el bienestar animal; esta visión puramente técnica no es bien aceptada en el sistema pastoril. Hay una relación muy fuerte de respeto y cuidado entre los animales y sus criadores”, recuerda Júlio Sá Rêgo, para quien el pastor debería ser mejor recompensado, ya que está prestando un servicio con valor económico y social.

El investigador también cree que, para tener éxito, un programa de este tipo no sólo debe comprender bien la dinámica del pastoreo, sino también evitar demasiada burocracia en las solicitudes y el acceso al apoyo.

“Muchos pastores –no todos, pero sí la mayoría– son personas que tienen un tipo de educación que no es técnico-burocrática. Tienen una educación ambiental muy marcada, un gran conocimiento del paisaje y de los animales. Es una capacidad impresionante de observar, de leer el entorno. Pero no es gente muy familiarizada con el papel, con los formularios, con la burocracia, con las solicitudes de subvenciones”, resume.

Durante el trabajo etnográfico, Júlio Sá Zanja testificó Resistencia de los pastores tradicionales a las cabras zapadoras.” y no encontré “ninguno bajo contrato con ICNF (Instituto de Conservación de la Naturaleza y los Bosques)”. Por otra parte, el investigador pudo identificar nuevos pastores asociados al programa de cabra sapadora, así como socios institucionales como la Cooperativa Agrícola de Boticas. oh El autor menciona en la tesis haber solicitado repetidamente datos globales al ICNF, pero sin éxito.

Las cifras a las que se refiere la tesis sugieren que el programa no fue significativo. “​El informe de actividades de 2019 (2021) del ICNF indica que el programa implementó 2989 hectáreas, lo que correspondería a siete mil cabras y tres mil ovejas, provenientes de 42 rebaños, en 26 municipios del país, según la prensa. El programa cubriría así el 0,14% de la población ovina y el 2,7% de la caprina a nivel nacional, es decir, el 0,06% de las pequeñas explotaciones portuguesas de rumiantes”, se lee en la tesis. Los porcentajes, explica el autor de la tesis, se basan en el Censo Agropecuario de 2019 (Instituto Nacional de Estadística, 2021), cuando “el país contabilizaría 2.182.016 ovinos, distribuidos en 42.667 establecimientos, y 372.341 caprinos, distribuidos en 22.880 establecimientos”.

​​Los resultados agregados comparativos nos permiten vislumbrar la baja participación de los actores de campo en el programa de cabras zapadoras en todo el país. Moviliza un número ínfimo de animales y de granjas, además de parecer seducir, en primer lugar, a rebaños más numerosos. La proporción de explotaciones afectadas es inferior al número de cabezas de ganado. Estos datos concuerdan con el débil alcance del programa entre las comunidades pastoriles de montaña al norte del Tajo revelado por la etnografía. Estas comunidades se caracterizan por el minifundio y la creación de rebaños más pequeños. Sin embargo, la ICNF no proporcionó datos detallados sobre la implementación del programa.”, añade el autor en el documento.

Poca vitalidad en el terreno

Para el investigador, los incendios rurales actuales son, en parte, resultado de “una doble violencia biofísica y sociocultural” perpetrada por el Estado Novo (1933-1974) a través de la política de forestación. “En las décadas de 1950, 1960 y 1970 hubo un incentivo para apropiarse de tierras baldías para transformarlas en bosques de producción, principalmente de pinos”, dice Júlio Sá Rêgo, para contextualizar el abandono de la economía agropastoral de montaña.


El trabajo etnográfico de Júlio Sá Rêgo dio origen al libro. O Criado do Pastor – un paseo por las montañas del Nortepublicado por Colibri en 2023
DR

Los efectos de estas políticas forestales y expropiaciones continúan resonando hoy, señala el autor, y a menudo pueden ser presenciados en forma de incendios. Es una consecuencia difusa en el tiempo que Júlio Sá Rêgo llama “violencia lenta”.

“La violencia lenta es un retraso en las consecuencias de la violencia, y esto se ve mucho en cuestiones ambientales y también está estrechamente vinculado con las injusticias sociales. Las crisis ambientales actuales tienen orígenes mucho más antiguos”, explica el investigador en videollamada con PÚBLICO.

El número de incendios forestales en Portugal viene disminuyendo desde 2018. Estos resultados positivos probablemente se deben a la prevención, según un informe de la Associação Natureza Portugal (ANP) en colaboración con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Júlio Sá Rêgo también atribuye estos buenos resultados a la prevención, en particular a la limpieza de los bosques, la creación de cortafuegos y mejores sistemas de seguimiento. Además, recuerda el investigador, el año pasado fue “muy húmedo” en comparación con 2022, por ejemplo, que fue “un año especialmente caluroso y seco”.

La reducción de los incendios forestales no se debe al programa “cabras zapadoras”, señala Júlio Sá Rêgo. “El anuncio del programa tuvo mucho eco en los medios de comunicación y en las zonas urbanas, pero su implementación sobre el terreno no mostró la misma vitalidad”, concluye el autor en la tesis, cuyo trabajo de campo dio origen posteriormente al libro. El siervo del pastor –un paseo por las montañas del norte (Colibrí, 2023).





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