Cuando se trata de TAP, hay tantos políticos portugueses inocentes como chicas castas en un burdel. Sólo en los últimos diez años, la lista de vergüenzas es suficiente para hacer sonrojar al Marqués de Sade. La venta de TAP a David Neeleman por parte del segundo Gobierno de Passos Coelho, cuando ya sabía que no tenía condiciones para permanecer en el poder y que el PS no aprobaba el modelo de privatización, es una vergüenza. La negociación realizada por el Gobierno de António Costa con Neeleman y Humberto Pedroso para revertir esta privatización en 2016, y pretender que la aerolínea volviera a la esfera del Estado cuando, en la práctica, renunció a casi todos sus derechos económicos, es un completo fracaso. lástima .
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