El amor lo cambia todo: los Dirty Three hacen música hermosa para tiempos feos

Al menos desde mediados de la década de 1990, el rock (todavía se permite utilizar el término) perdió su voz. O, si queremos ser más precisos, soltando el bastón del chiste, desde 1994 la figura del vocalista tradicional (en el rock) ha perdido su peso anterior. Por supuesto, todavía se pueden observar excepciones, pero la voz en el grupo de pop-rock dio paso a otras posibilidades: la glosolalia (Animal Collective), el murmullo en falsete (Radiohead) o las imitaciones guturales (animalistas) de las declinaciones del metal. En este escape de la voz, la corriente que se convertiría en dominante pasó a denominarse post-rock, asociada a infinidad de bandas. A pesar de la diversidad de estos (y de sus orígenes e inspiraciones), un elemento agregador al “género”: la música era, casi siempre, instrumental, como lo ha sido la de los Dirty Three, el trío australiano que volvió a grabar álbumes originales en final de 12 años.