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CHARLEBOIS: Cómo el conflicto laboral ferroviario podría sacudir la seguridad alimentaria mundial

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“Una posible huelga ferroviaria a nivel nacional amenaza con perturbar la cadena de suministro agroalimentario de Canadá, poniendo en peligro tanto la seguridad alimentaria nacional como los mercados globales que dependen de las exportaciones canadienses. La inestabilidad actual subraya la necesidad urgente de un enfoque equilibrado que proteja servicios esenciales como el transporte de alimentos y al mismo tiempo respete los derechos de los trabajadores”.

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Una disputa laboral ferroviaria a nivel nacional se vislumbra en el horizonte, que podría comenzar el jueves, y ya ha captado la atención de los medios estadounidenses.

La disputa amenaza con perturbar una red ferroviaria que se extiende por todo el continente: desde el Atlántico hasta el Pacífico, desde el Ártico hasta el Golfo de México. Esta red es fundamental para la economía agroalimentaria de Canadá, y una interrupción que involucre a más de 9.300 ingenieros, conductores y trabajadores de patios podría tener graves consecuencias para toda la cadena de suministro de alimentos.

De particular preocupación es la respuesta del gobierno federal, o la falta de ella. El Ministro Federal de Trabajo, Steven MacKinnon, rechazó la solicitud de Canadian National Railway de imponer un arbitraje vinculante a medida que las negociaciones se acercan a su fecha límite.

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Si bien las leyes laborales y los derechos de los trabajadores son piedras angulares de los valores canadienses, el posible cierre de un sistema logístico que sustenta nuestro sector agroalimentario plantea una grave amenaza a la seguridad alimentaria. Esto es especialmente alarmante ya que los agricultores se encuentran en plena cosecha y dependen de la red ferroviaria para trasladar sus productos al mercado. Los retrasos podrían comprometer la calidad del grano, lo que provocaría pérdidas financieras sustanciales para los agricultores.

Los ferrocarriles canadienses transportan mercancías por valor de más de 360 ​​mil millones de dólares al año, lo que representa más de la mitad de las exportaciones totales del país, según la Asociación de Ferrocarriles de Canadá. La agricultura es una de las industrias más afectadas: alrededor del 95% de todos los cereales se transportan por ferrocarril. Si bien los camiones podrían cubrir temporalmente algunas de las brechas, los costos más altos y la disponibilidad limitada de los camiones significan que no pueden compensar completamente la posible interrupción.

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Los informes indican que los costos de transporte ya están aumentando para quienes compran o venden productos agrícolas. A partir del viernes de la semana pasada, el ferrocarril ya no acepta contenedores refrigerados domésticos en sus terminales, lo que afecta la cadena de frío que transporta principalmente alimentos desde Vancouver a Saint John, New Brunswick, y hasta Laredo, Texas.

El impacto en los costos de los alimentos se sentirá en toda la cadena de suministro. Si bien la negociación colectiva es un derecho fundamental, arriesgar la integridad de nuestra economía agroalimentaria y los medios de vida de innumerables operaciones agrícolas y empresas alimentarias es un riesgo que no podemos permitirnos correr.

Lo que está en juego se extiende mucho más allá de las fronteras de Canadá. Como uno de los principales graneros del mundo, Canadá desempeña un papel vital en la seguridad alimentaria mundial. Una interrupción prolongada en nuestro sistema ferroviario no sólo podría amenazar el suministro de alimentos de Canadá sino también tener graves repercusiones en los mercados globales. Muchos países dependen de los cereales, las semillas oleaginosas y otros productos agrícolas canadienses.

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Un cuello de botella en nuestra red de transporte podría provocar escasez en los mercados globales, elevando los precios de los alimentos y exacerbando el hambre en regiones vulnerables.

Según los Fabricantes y Exportadores Canadienses, el 77% de los fabricantes canadienses creen que los paros laborales afectan negativamente la percepción que los inversores extranjeros tienen de Canadá. Con al menos cuatro conflictos laborales importantes en Canadá que afectan nuestra cadena de suministro de alimentos en los últimos años, nuestra reputación internacional se está viendo afectada.

A largo plazo, estos conflictos laborales recurrentes plantean una grave amenaza a la seguridad alimentaria y la estabilidad económica de Canadá. La frecuencia y el impacto de estas perturbaciones están erosionando la confianza en nuestra capacidad para mantener un suministro estable de alimentos, tanto a nivel nacional como internacional.

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En algún momento, se deben tomar decisiones críticas para proteger la integridad de nuestra cadena de suministro de alimentos. Si los sindicatos o las empresas deben retrasar el envío de coches y camisetas, que así sea. Pero la comida es diferente. Se trata de supervivencia. Mantener como rehén a toda la economía alimentaria, empezando por los agricultores, es insostenible, frustrante y debe llegar a su fin.

Las implicaciones a largo plazo de esta inestabilidad actual son profundas. Si no se aborda, podría conducir a cambios permanentes en la forma en que opera nuestra cadena de suministro de alimentos, con más empresas tratando de evitar el ferrocarril por completo o invertir en alternativas costosas como flotas de camiones privadas.

Esto elevaría aún más los precios de los alimentos, lo que haría cada vez más difícil para los canadienses y para la gente de todo el mundo acceder a bienes esenciales. Además, la incertidumbre podría disuadir futuras inversiones en nuestro sector agroalimentario, debilitando nuestra posición en los mercados globales.

En última instancia, se necesita un enfoque equilibrado, uno que respete los derechos de los trabajadores y al mismo tiempo garantice que los servicios esenciales, como el transporte de alimentos, permanezcan ininterrumpidos. Hay demasiado en juego, tanto para Canadá como para el mundo, como para permitir que estas disputas continúen sin una estrategia clara a largo plazo para proteger nuestra seguridad alimentaria y nuestro futuro económico.

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