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La temporada 3 de The Bear rinde homenaje a un director legendario (a través de una película que probablemente no hayas visto)

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El director de esa historia es William Friedkin, el cineasta detrás de películas como “La conexión francesa”, “Vivir y morir en Los Ángeles”, “Killer Joe”, “Sorcerer”, “El exorcista” y más. En los minutos finales del documental de 2020 “Leap of Faith: William Friedkin On The Exorcist” (lea nuestra reseña aquí), Friedkin le cuenta al director Alexandre O. Philippe la historia de su visita a este jardín japonés por primera vez y lo profundo que fue. Impacto que tuvo en su vida:

“La gente me había dicho: ‘Tienes que ver el jardín zen’. Bueno, ¿qué diablos, pensé, era el jardín zen? Voy allí, y hay un pedazo de tierra y es un mar de arena peinada, y sobre él hay varias rocas, cada una de las rocas está colocada en algún lugar de este mar de. arena y hay algunos bancos alrededor donde la gente puede sentarse, y están allí para contemplar el jardín zen. Y me senté, y tal vez solo había 20 personas allí, estaban muy calladas, y pensé: ‘¿Qué?’ ¿Es esto? Esto es un montón de rocas colocadas sobre un mar de arena peinada.

Si te entregas a ello, esto es lo que pasó. Estoy mirando esto y tratando de descubrir, ¿cuál es la atracción? ¿Por qué es tan famoso? Nadie sabe cuándo fueron colocadas esas piedras allí ni quién. Entonces eso comienza a ocupar tu mente. Lo siguiente que te das cuenta es que estas rocas son como continentes separados que nunca se unirán. Siempre vivirán separados así, como los continentes de la Tierra. Y entonces empiezas a darte cuenta de que también son como personas. Como familias, viviendo solos. Y entonces empiezas a darte cuenta de que ésta es la naturaleza humana. Que todos estamos aquí solos. No importa cuán cerca estemos de familiares o amigos, estamos solos en este mundo. Y no estuve allí (me está pasando ahora, solo hablando de ello). No estuve allí durante 15 minutos antes de empezar a llorar. Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Me conmovió profundamente esta simple imagen que indicaba la separación con la que todos vivimos unos de otros. Me ha conmovido hasta el día de hoy. Nunca olvidaré esa experiencia de Kioto y estoy ansioso por volver a vivirla. Probablemente han pasado más de 40 años desde que estuve allí, pero no pasa un día en el que no tenga imágenes de esa experiencia”.



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