En el libro, Schwartz reiteró sus dificultades para elegir al Capitán y escribió:
“Instintivamente, sabía que Skipper sería el personaje más difícil de elegir. Muy a menudo, cuando crees que algo va a ser más difícil, resulta ser el más fácil. No en este caso. Skipper fue, sin duda, El trabajo de casting más duro en ‘La isla de Gilligan’. El Capitán tenía que combinar la fuerza brusca y contundente de un león con la gentileza y calidez de un minino. Tenías que amar al Capitán, incluso mientras él estaba gritando al comprensivo y bien intencionado Gilligan por algún error.
Existe una delgada línea entre la crueldad cómica y la comedia slapstick, y Schwartz sabía que tenía que caminar sobre ella. Es gracioso cuando Oliver Hardy se enoja con Stan Laurel porque sientes que ambos hombres son igualmente inofensivos. Es menos divertido cuando un hombre iracundo simplemente golpea a un idiota indefenso. Por eso Schwartz necesitaba su escena de prueba especial para medir el carácter tierno de un actor. Quería a alguien, en sus palabras, que pudiera ser tan malvado como Atila el Huno y al mismo tiempo sentirse como Edmund Gwenn de “Milagro en la calle 34”. Schwartz continuó:
“Escribí una escena de prueba especial entre Skipper y Gillian. No estaba en el guión. Era una escena que hacía que Skipper se enojara, fuera lo más implacable y antipático posible. Esta escena sin concesiones y despiadada fue diseñada para hacerte odiar al Skipper, sin importar qué actor interpretó el papel”.
Parece que Bob Denver y Alan Hale entendieron la química que requerían sus papeles y eran comediantes con suficiente experiencia para brindarla. Ayudó que Hale fuera, en la vida real, un tipo de muy buen carácter.
