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La normalización de la excepción.

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La falta de médicos en el NHS está aumentando. En algunas especialidades, como obstetricia y ginecología, esta escasez abre noticia casi todos los días. Se nos dice que este año es mejor que el año pasado. Ahora, las mujeres embarazadas cuentan con una aplicación actualizada que les indica dónde pueden dar a luz. Pasar un buen rato ya no puede limitarse a condiciones obstétricas. También es necesario que rompan aguas un día en el que el hospital cercano esté abierto. Me imagino la ansiedad de una mujer embarazada a término, viendo cambiar la luna y el hospital disponible en su celular al mismo tiempo.

Sabemos que dotar de más profesionales al SNS no es algo inmediato. En los últimos diez años, los hospitales privados han brotado como hongos, en ciudades grandes y pequeñas, para deleite de los alcaldes, sin que se les exija nada. Con un personal médico exiguo, comenzaron por parasitar los hospitales públicos, quitándole todas las horas disponibles a los médicos y enfermeras. En el caso de obstetricia, se les permitió incumplir las normas impuestas a los hospitales públicos, respecto a la composición del equipo asistencial y la tasa máxima permitida de cesáreas. Hay hospitales privados donde el 100% de los nacimientos son por cesárea. No existe un parto vaginal natural, y esto no es motivo de investigación por parte de ningún organismo regulador, profesional o estatal. Todo valió la pena para que prosperaran de tal manera que ya no se contentaran con obstetras a tiempo parcial. Los contrataron a tiempo completo, seduciéndolos con el triple de salario.

Está claro que no es con más internos ingresando a la especialidad de ginecología y obstetricia que contrarrestaremos el bochornoso mapa de urgencias cerradas. Sin desarrollo profesional y carreras médicas, la mejora de las condiciones asistenciales y la estandarización de criterios de calidad para los hospitales públicos y privados, los profesionales seguirán optando por el sector privado o huyendo al extranjero. A corto plazo, debemos tener el coraje de cerrar algunas urgencias obstétricas, de concentrar los recursos humanos para garantizar escalas impecables en hospitales estratégicos. ¿Se hará esto estando tan cerca las elecciones locales?

La ayuda del cirujano general en caso de cesárea si es necesario ha sido siempre una práctica habitual. De hecho, el deber de ayudar a un colega en dificultades forma parte de las normas éticas y deontológicas que un médico nunca olvida. Pero colocar cirujanos generales para completar los equipos de obstetricia de emergencia es normalizar la excepción. Hacerlo para que los hospitales no cierren huele a astucia campestre. Pero, más que nada, ¡es un retroceso inaceptable en la calidad de la atención brindada!

El autor escribe según el nuevo acuerdo ortográfico.



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